Continuando con mi veredicto, que mi condición de ciudadana del mundo me permite emitir, sobre la contienda electoral adrenalítica 2020 de Estados Unidos, quiero ahora expresar cual es según mi panorámica El Gran Ganador.
Como debemos recordar, aún no se ha nombrado un ganador oficial por más que los medios parcializados demócratas sigan en su empeño de vendernos la idea de que su predilecto ganó. Los resultados siguen en litigio, y un mar de irregularidades sigue siendo objeto de investigación. El espectro de irregularidades va desde gente muerta votando, “I see dead people voting” parafraseando graciosamente a Haley Joel Osment en Sexto Sentido, hasta maquinitas electorales Dominion con orígen sospechosamente ligado a las famosas, y no precisamente por confiables, Smartmatic chavistas.
Les digo algo, hayan sido las irregularidades intencionalmente perversas o simples despistes burocráticos deben ser expuestas en su totalidad y erradicadas para siempre del sistema electoral estadounidense para limpiar las actuales elecciones y proteger las futuras. He aquí la belleza y utilidad del reconteo manual de votos legales. Lo importante es sanear el sistema electoral.
Como venezolanos duele ver el “pataleo” que algunos presentan al respecto cuando aquí en Venezuela desde hace 20 años no sabemos de elecciones limpias ni mucho menos del justo y necesario reconteo manual de votos que le hubiese dado claridad a tanta oscuridad eleccionaria. No tienen ni idea de lo afortunados que son al poder contar aún con el privilegio de poder exigir una revisión de resultados electorales. En Venezuela ni siquiera podemos exigir el suministro de agua, luz o gas sin que signifique arriesgar nuestras vidas en manos de los esbirros de la dictadura chavista.
El Voto Latino, para mí es el gran ganador de la disputa electoral estadounidense 2020. Es un orgullo ver cómo ha madurado políticamente el elector proveniente de países latinos. El trasfondo de esta madurez, sin embargo, es doloroso. Es producto del sufrimiento y desesperación causados por políticas maliciosas y hasta genocidas aplicadas por dictaduras comunistas que se instauraron en sus países a la fuerza o haciendo uso de discursos populistas revanchistas y promesas económicas utópicas.
El latino migrante, a Dios gracias, es una mutación fascinante, es una combinación de inteligencia e intuición que maravilla y enorgullece. Ya no son presa fácil de ideologías que buscan manipularle ofreciéndole villas y castillos que se derrumbarán cuando la realidad económica les tumbe las bases de barro en las que se levantaron.
El latino migrante simplemente entendió que los programas sociales implementados de manera desaforada sin una contención razonable, terminan hiriendo de muerte a las economías dándole entrada a la pobreza generalizada. El latino migrante comprendió el importante rol que tiene la empresa privada en la conformación de una economía país sana y por ende en la consecución de la prosperidad. El empresariado no es un enemigo al cual combatir, es un aliado en el cual apoyarse para fortalecer el aparato productivo de las naciones y como tal debe ser estimulado en vez de ser destruido con cargas de impuestos inmanejables que irremediablemente terminarán proyectándose en la ciudadanía en forma de despidos, precios altos o baja tasa de empleo.
El Voto Latino rompió también con la falsa creencia de que era propiedad absoluta del partido demócrata, independencia política que por cierto les enfureció y sorprendió. Los demócratas no cabían en su asombro al notar que no eran dueños del voto latino. La presa se les escapó. Ya el latino no se come el cuento de que son oprimidos. Ya tuvieron demasiado de esa politiquería barata en sus países de origen. Simplemente se hartaron de que los viesen como seres vulnerables incapaces de alcanzar por sí mismos a través del trabajo honesto el grado de prosperidad que anhelan.
De hecho, el partido demócrata no es dueño de las minorías, eso solo está en sus mentes manipuladoras. Y la cantidad de voto latino y negro que obtuvo el partido republicano lo demuestra. Estas comunidades sólo quieren trabajar y prosperar no servir de marioneta para ningún partido. Y por eso votaron por la forma de gobierno que les podía garantizar más oportunidades de trabajo que programas sociales. No quieren más drama, lo que quieren es trabajar para poder mantener dignamente a sus amadas familias.
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