La tolerancia de los buenos es el combustible de los malos. Los diálogos e informes infinitos perpetúan la criminalidad al hacer creer que nunca se pasará a la acción por no querer desbalancear inoperantes acuerdos diplomáticos. La acción militar internacional debe sustituir al palabreo para acabar con la impunidad que sostiene a los criminales porque con su grado de psicopatía ni el miedo, ni la vergüenza, ni el remordimiento les hará rendirse.
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